Agile Consulting: no solo existe, es contingente

A algunos les incomoda el término. Dicen que “consultoría ágil”:

  • es un oxímoron…
  • huele a viejo….
  • es incompatible con los valores ágiles…
  • que si no es co-creado, que si no es emergente, que si no viene de adentro…

La paradoja es que muchos de quienes critican la consultoría ágil están tan atrapados en su propio marco conceptual, han dejado de cuestionarse y con eso, de aprender. Repiten los mismos libros y autores como un rezo, olvidando que el valor más importante en agilidad no es el marco, ni la postura, sino la capacidad de adaptarse a la realidad. Y la realidad —en muchas organizaciones— necesita una guía externa que ayude a activar el cambio desde adentro, con respeto, pero con intención.

A ellos les hablamos con respeto, pero también con claridad: sí, la Consultoría Ágil si existe. Y funciona.

¿Consultoría? Sí. ¿Ágil? También.

La consultoría ágil no consiste en decirle a la organización lo que debe hacer. Tampoco en instalar “verdades” de libros ni marcos de moda. Es una práctica de acompañamiento, observación y facilitación que busca, ante todo, crear las condiciones para que lo nuevo emerja, pero sin romantizar el proceso.

Como dice Rick Freddman en su libro The Agile Consultant del 2016:

Se trata de explorar, visualizar, planear, liderar,
entregar resultados y evolucionar junto con el cliente.

y nosotros agregamos:

… para que ese assessment sea el punto de partida
de un afinamiento en equipo que nunca termine,
pero desde una primera visión experimentada, experta.

Sin atajos ni fórmulas mágicas, pero tampoco con una ingenuidad que paralice.

Quien ha estado en terreno —con ejecutivos de verdad, con restricciones reales y agendas en conflicto— sabe que acompañar a una organización en su transición hacia formas de trabajo más adaptativas no siempre puede (ni debe) hacerse desde adentro. Muchas veces se necesita una mirada externa que no esté atrapada en la política interna, que no dependa del presupuesto del área, y que pueda hacer visibles los puntos ciegos del sistema.

Pero… ¿no es eso “old school”?

No, si se hace bien. No, si se hace desde los principios ágiles. No, si el foco no está en imponer, sino en facilitar evolución.

Lo que huele a viejo no es la consultoría,
sino el consultor que llega con un PowerPoint cerrado
en lugar de una pregunta abierta.

Lo viejo es vender e imponer un método como dogma en vez de ayudar al cliente a crear el suyo propio. Lo viejo es pensar que el conocimiento solo vale si viene de afuera. La consultoría ágil es todo lo contrario: es la que sabe cuándo hablar y cuándo callar, cuándo intervenir y cuándo dejar que el equipo descubra por sí mismo.

Organizaciones reales, soluciones reales

Los niveles directivos de organizaciones reales, no holocracias y unicornios similares, ejecutivos que no viven en podcasts, o meetups, o congresos gremiales (donde no participa un solo clienteantipatron ágil) , esbozan una sonrisa cuando perciben el nivel de inocencia y desconexión que ven en algunas de las propuestas que se dan en esos espacios (algunas casi con velas y mantras). Se imaginan a si mismos participando con sus pares de tales situaciones. No es que tales ideas no sean buenas ni deseables, es que simplemente no son su realidad. Por lo menos de partida, no.

Esas organizaciones reales (no la ideales, que tampoco existen en grandes escalas sino como excepciones) enfrentan retos ,urgencias, restricciones y tensiones que no se resuelven con titulares de moda. Ejecutivos que no tienen tiempo para semanas eternas de definición colectiva (que incluyen vistosos juegos que les hacen perder la confianza – “aquí no estamos jugando”), equipos que están desbordados, culturas que no cambian por sí solas, y transformaciones que se estancan porque nadie logra articular el qué con el cómo.

En ese contexto, un consultor o una consultora que entiende los valores ágiles y los aplica con humildad, criterio y foco en el impacto, puede ser el catalizador que marque la diferencia.

¿No lo quieres llamar “consultoría”?.
No hay problema, nosotros si.

Llámalo como quieras. Pero si lo que necesitas es transformar tu forma de trabajar sin perder el foco en el negocio, sin postergar decisiones importantes, y sin caer en el dogma por el dogma, conversemos. Porque :

cuando la agilidad se vuelve religión,
lo primero que se pierde es la agilidad.

Cuando decimos que hacemos consultoría ágil, no lo decimos por marketing. Lo decimos porque es lo que hacemos: intervenciones conscientes, progresivas y útiles, que buscan dejar capacidad instalada, aprendizajes acumulables y decisiones que tengan sentido en el contexto del cliente. A veces empezamos por redefinir una estructura. Otras, por una conversación con el comité ejecutivo. A veces facilitamos la adopción de un nuevo modelo de trabajo, o simplemente ayudamos a desbloquear dinámicas culturales que detienen la evolución.

Pero en todos los casos, lo hacemos desde una posición clara: no venimos a “evangelizar la agilidad”, sino a trabajar con personas que quieren resultados sostenibles, aprendiendo en el camino. No nos obsesiona el marco, sino el impacto. Y sí, usamos herramientas de coaching, estrategia, diseño organizacional y tecnología. Pero sobre todo usamos criterio, experiencia y humildad.

En el contexto actual necesitamos información validada por expertos. Déjanos guiarte con una mirada proyectada desde experiencias reales.